viernes, 29 de octubre de 2010

Gustavo Gutiérrez: erudición humanista y pensamiento universal.

Gustavo Gutiérrez

Por: Sinesio López Jiménez (Sociólogo)

Gustavo Gutiérrez es uno de los pocos peruanos universales. En esta época de los conocimientos especializados, Gustavo destaca por su erudición humanista. Se mueve con mucha facilidad y solvencia en diversos campos del saber. Conoce a los clásicos en su propio idioma, sea este el griego o el latín, discute con pasión diversos tópicos de la filosofía, trata con erudición los temas de la psicología y del psicoanálisis, está al día en los grandes debates de las ciencias sociales, especialmente de la sociología, la política y la cultura y se desplaza con fruición en el vasto campo de la literatura. En la feria internacional del Libro de Guadalajara en el 2005, en la que el homenajeado era Mario Vargas Llosa, Gustavo Gutiérrez fue invitado a disertar primero sobre la poesía de Vallejo y luego sobre las novelas de Arguedas. La sala de conferencias se llenó de bote a bote y deslumbró al auditorio que lo aplaudió con entusiasmo. Los jóvenes lo rodearon para felicitarlo y para tomarse unas fotos con él.

Como si todo lo anterior fuera poco, estudió también Medicina en San Fernando de la UNMSM. El campo en el que se mueve, sin embargo, como pez en el agua es la teología en la que ha producido una revolución copernicana. La Teología de la liberación (1971), su libro más conocido, es un discurso sobre Dios desde el pobre. Dios es mirado, no desde el poder, desde la jerarquía eclesiástica que dictamina sobre verdades y herejías y que condena y castiga a los herejes para mantener el orden, sino desde el pobre que se atreve a decir su propia verdad para entenderse a sí mismo, cambiar su situación de desamparo y reordenar el mundo. Es el diálogo entre el ser y la nada para producir algo: la historia de los que nunca la tuvieron porque los derrotados no han tenido derecho a la memoria. En la presentación del libro de homenaje que la PUCP acaba de publicar con motivo de sus 80 años, Gustavo Gutiérrez sostuvo, recordando unos versos de Marco Martos, que la teología de la liberación discurre entre el silencio y la palabra.

En el seno de la Iglesia Católica se han producido muchos discursos a lo largo de su historia. En el medioevo, por ejemplo, junto al discurso teocrático y monárquico (el poder viene de Dios) surgieron los discursos conciliaristas que postulaban la elección de las autoridades eclesiásticas por la asamblea de los fieles y que jugaron un papel decisivo en el debate entre la Reforma y la Contrarreforma, uno de los grandes acontecimientos intelectuales que ha vivido la humanidad en los albores del mundo moderno.

Como todo speach-act (acto del habla), la teología de la liberación no puede ser entendida sin el contexto en el que se produce y con el que dialoga. Ese discurso acompaña el proceso de aggiornamento de la Iglesia Católica desatado por el Concilio Vaticano II en el mundo e impulsa el tránsito de la Iglesia conservadora a la reformista en el Perú de los 60 y los 70. Estos cambios permitieron que la Iglesia no sólo tuviera fieles, sino también un público producto del diálogo abierto entre los fieles y los curas, entre la crítica de la razón y la autoridad de la fe. Los párrocos comenzaron a celebrar las misas de cara al público en el idioma de este.

El libro más famoso de Gustavo Gutiérrez (Teología de la liberación), que ha sido traducido a 20 idiomas, abrió las puertas a la coyuntura intelectual de los 80 en la que se publicaron un conjunto de libros que trataban diversos aspectos de las clases populares cuyo protagonismo produjo una larga coyuntura social (1950-1980) que, en su etapa final (1975-1980), impulsó a su vez junto a otros actores (partidos y sectores institucionalistas de las FFAA) la coyuntura política de la transición democrática de 1978-1980. Estas diversas visiones fragmentadas de las clases populares no culminaron, sin embargo en una visión global e integradora del Perú ni tuvieron el remate político de un gobierno popular y democrático.

Fuente: Diario La República. Vie, 22/10/2010.

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